Crónica Stormzone + Invisible en Sala Krater Rock City de Puertollano (C.Real) el 28/10/18

Llevaba tiempo ya sin dejarme caer por mi sala local de confianza. Hoy jugábamos en casa y no sabíamos ni por asomo la noche de metal que nos aguardaba en el Krater. A pesar de ser domingo y con el inicio de la nueva semana muy próxima, con lo que ello conlleva en cuanto a a aburridas obligaciones, allí nos reunimos unos cuantos valientes, como feligreses a su particular parroquia para recibir la bendición en la ceremonia, la cual oficiaban hoy Invisible y Stormzone.

No puedo ocultar mi expectación por ver a Jess Cox, ídolo de mis primeros pasos en el mundillo cuando descubrí el "Wild Cat" de los legendarios estandartes de la NWOBHM, Tygers of Pan Tang. La presencia del bueno de Jess solo fue un condimento más, paralelo a la gran noche que iban a brindarnos las bandas invitadas.

El show comenzó con el power trío zaragozano Invisible. Esta banda supuso una enorme sorpresa, fusionando algunos de los mejores elementos del hard rock pero con una vuelta de tuerca más de potencia; una cadencia rítmica más veloz y una dosis de contundencia propia del heavy speed. Lo cierto es que la fórmula resultó francamente efectiva; abrieron el show con el tema “Entre Molinos y Gigantes”, canción de lírica pegadiza, con cortes muy marcados y que dotan de dinamismo y variedad al conjunto – resulta muy difícil aburrirse con la música de estos chicos- además, los solos y sus armonías, no desentonaban en ningún momento con el conjunto. Los coros le dieron un matiz épico en mi opinión “necesario” a muchos de los temas. Con "Invisible" y "Sombra Blanca”, la banda siguió dejando muestras de identidad evidentes: con toques de la vieja escuela del heavy clásico y con verdaderas estructuras ochenteras. El trabajo en los riffs, los solos y capacidad vocal de Carmelo Landa son dignos de destacar, principalmente cuando encontraba su mayor socio de confianza en el bajo de Dany.

Otros momentos que agitaron a la sala Krater fueron cuando la banda tocó “Ella”, tema con un riff muy pegadizo que desprendía un aroma a Metallica; destacamos en este momento la labor Adrián Bayona en los parches; ejecutando el concierto sin muchos adornos, pero cumpliendo sobradamente. Sin duda alguna, el momento álgido se produjo cuando “Drácula” y “Sapos y serpientes”, siendo esta última un verdadero trallazo con un inicio de tema que podía haber sido firmado por los mismísimos Slayer -aquí la banda se acerca a un thrash metal primitivo y malvado, y eso nos encanta- la voz aguda de Carmelo le sienta como anillo al dedo al conjunto. Por último, la banda decidió despedirse con una magnífica versión del laureado himno de los Mötorhead “Killed By Death”, el cual, como power trío, no podía faltar al setlist. Sonó muy potente y rejuvenecido, la banda estuvo muy cercana con el público, llegando incluso a tocar junto al público cuando se acercaba el final del concierto.

Habiendo calentado ya motores -y de que forma- con Invisible, llegaba el momento de que Stormzone se abriese paso; el momento esperado por todos iba a llegar de un momento a otro. Una anécdota curiosa que precede el inicio del concierto es que Stormzone ecualizó sus instrumentos en el backstage, así que durante un breve período de tiempo, era posible escuchar la prueba de sonido sin los músicos sobre el escenario; la sala Krater no deja de sorprendernos. La agrupación irlandesa abrió el concierto con “Where we belong”, un tema en el que, lo primero que percibimos, es que la banda trata de hacer una oda en toda regla al estilo más clásico de la nueva ola de heavy metal británico pero con una épica que se respira en todo momento y que coquetea con el power metal. En este primer tema, nos damos por enterados de que la ceremonia la presidirá la portentosa y cristalina voz de John Harbinson; el sonido de la agrupación al completo se presentaba depurado, con muchas horas de trabajo a sus espaldas, lograron generar una verdadera atmósfera mágica para tratarse del primer tema.

Por motivos de extensión dado que el setlist es bastante amplio, me referiré a los temas que, principalmente pienso que merecen ser mencionados por su calidad y su peso en el espectáculo -sin desmerecer al resto de repertorio, obviamente-. Con “Another Rainy Night”, el regusto ochentero ya era mayúsculo. La banda alternó pasajes puramente melódicos comandados por unos arpegios lluviosos y melancólicos emanados de las cuerdas de Steve Moore y Jr Afrifa, y un tempo paradito con estribillos cargados de fuerza y empuje, apoyado de forma más que notable por las frecuencias graves que se escapaban del bajo de Graham McNulty. Tocaba ahora “Albhartach”, tema enorme y demoledor, de lo más destacado del setlist. Supuso un ejercicio total de demolición, una exhibición de la batería de Jonathan Millar que, sirvió de hilo conductor de la poderosa alternancia de cadencias rítmicas que vimos en el tema. Los coros junto a los riffs potenciaron la épica hasta niveles inimagibles -se nota la tendencia irlandesa natural de la banda a las grandes historias y a evocar fantasía-. Es también en este tema donde encontramos un enorme “duelo de guitarras” en los solos, haciendo en ocasiones una de ellas las armonías de la otra, siempre en el juego de pregunta/respuesta en las secciones de guitarra líder.

Avanzando el concierto, “Cushy Glen”,”Coming Home” y “Cuchulainn´s Story” fueron una trilogía de temas de magistral manufactura; especialmente el primero de los citados, el cual te teleportaba a un mundo medieval, en el que los piratas surcaban los mares -en un barco de metal 100% épico, eso sí-. Es en estos temas donde el sonido power está más desarrollado del conjunto. Esta epicidad contrasta con la calma que nos trae el segundo de los tres temas citados anteriormente, tratándose éste de una balada que busca transmitir mucha cercanía, un tema con mucho corazón, de unas bonitas transiciones con un elegante y refinado outro. En este tema se ponen de manifiesto las muchas cualidades de John Harbinson como frontman, el cual interactuaba constantemente con el público y no paraba quieto.

A continuación, Jess Cox subiría al escenario para interpretar tres legendarios temas que le valieron la gloria en la escena underground de los 80 con los Tygers of Pan Tang, temas venerados por un servidor que no creía que fuese a testificarlos nunca personalmente. Empezó atronando el clásico “Euthanasia”, y es curioso, porque con la entrada en escena de Jess, la banda se transforma, consigue evocar con gran acierto la versión original del clásico álbum "Wild Cat", la voz de Jess sigue conservando la magia, a pesar del desgaste que adolece por el inclemente paso del tiempo. “Rock and roll man” y “Suzi smiled” completaron el conjunto del tributo que rindió Cox a los Tygers; subida máxima de decibelios en la sala, se disparaba el voltaje de los instrumentos, que parecían disparar rayos al público, increíble derroche de energía de la agrupación irlandesa.

Para finalizar el concierto, Stormzone nos regaló dos señores temazos como “You are not the same”, introducido por una atmósfera de terror de película clásica que podría ser del mismísimo Carpenter que después cristalizaría en un tema muy cañero, con buenos riffs, unos coros que reforzaban la línea lírica principal y un batería absolutamente entregado a la labor de reventar los parches y platillos. El otro temazo que nos presentaron fue “Dark Hedges”, repleto de cortes que te hacían mover el cuello hasta que se te cayeran las clásicas e inoportunas gotas de cerveza rebosante de la jarra, solos vertiginosos y con dosis de virtuosismo y con un más que oportuno cambio a un pasaje arpegiado que sorprendió a propios y a extraños. Para despedirse de la Sala Krater, la banda quiso rendir tributo a los legendarios Y&T, banda legendaria del hard rock donde las haya, y nos regaló “Forever (Por Siempre)”, coronando así una noche inolvidable con dos grupos plenamente entregados a su música y a su público. Por siempre Invisible, Stormzone, Sala Krater, y como no, Radio Rockefort!!!!.